Aunque solemos escuchar hablar del cáncer en estadio I, II, III o incluso el temido estadio IV, existe una fase aún más temprana y menos conocida: la etapa cero. Detectarla a tiempo puede marcar la diferencia entre un tratamiento sencillo y una lucha prolongada contra la enfermedad. El cáncer en etapa cero representa el punto más inicial, cuando las células anormales están presentes, pero todavía no han invadido los tejidos cercanos ni formado tumores. Es por eso que, es el momento ideal para intervenir y evitar su evolución.
La “etapa cero” no se diagnostica con frecuencia, ya que no se presenta en todos los tipos de cáncer y, además, muchas veces recibe distintos nombres. En el caso del cáncer de mama, por ejemplo, se conoce como carcinoma ductal in situ (DCIS), y se caracteriza por la presencia de células anormales en los conductos lácteos, pero sin invasión del tejido mamario.
Los oncólogos explican que existen cuatro etapas principales del cáncer, clasificadas bajo el sistema TNM (Tumor, Ganglios linfáticos y Metástasis). Sin embargo, la etapa cero se diferencia de todas ellas porque las células alteradas aún no se comportan como cancerosas. Se podría decir que son una "advertencia" del cuerpo que da la posibilidad de actuar antes de que el cáncer se desarrolle.
El cáncer en estadio cero también puede presentarse en otros órganos, como el cuello uterino, los pulmones o el tracto gastrointestinal, y en esos casos se lo denomina carcinoma in situ. Detectarlo implica un seguimiento cercano y, en ocasiones, tratamientos preventivos con radiación o pequeñas intervenciones quirúrgicas para eliminar las células anormales.
Cómo son los síntomas del cáncer en etapa cero y qué hacer
Uno de los grandes desafíos del cáncer en etapa cero es que no suele presentar síntomas visibles. En la mayoría de los casos, solo se detecta mediante estudios de control, como la mamografía o el Papanicolaou. Por eso, los especialistas insisten en que la única manera de identificarlo es realizándose pruebas de detección tempranas y frecuentes, incluso cuando no hay molestias o antecedentes familiares.
La Sociedad Americana del Cáncer recomienda que las mujeres comiencen con los estudios de cáncer de cuello uterino a partir de los 25 años y las mamografías entre los 40 y 45 años. También sugiere realizar pruebas de detección de cáncer colorrectal y de próstata a partir de los 45 años, e incluso antes si existen factores de riesgo o antecedentes familiares. Cuando se identifica y trata a tiempo, el pronóstico es sumamente alentador, ya que el cáncer de mama en etapa cero tiene una tasa de supervivencia cercana al 99%.
